miércoles, 24 de noviembre de 2010

Todos los sueños que abrazamos con fuerza parecen haberse esfumado.



Abrázame fuerte y hazme volar. Hazme reír.

Desnuda. Fría. Y sintiendo mis huesos pegados en el suelo.
Sola. Tibia. Blanca como la nieve que me caerá algún día.
Invierno. Lluvia. La soledad se me aferra al alma.
Diciembre. Café sin leche. Llantos inundan mi monotonía.
Locura. Espejismos. Desquiciada al no aferrarme a nadie, al no aferrarme a mí.
Despojos. Ausencia. Abrazos al aire.
Susurros. Armonía. Y olvidada de tí, desdichada de tu vida.
Efímera. Sensible. Y sola, como una prostituta esperando un servicio de noche.
Desquiciada. Congelada. Soñando utopías, inventando sueños.
Adiós. Hasta nunca. Nos encontraremos en otra vida.

Nihil.

Almacenando recuerdos en una fría caja de música,
se me olvidaron tus besos,
ya no recuerdo la textura de tus manos,
y no se como es el tacto de tu piel, ni el color de tus ojos.

Las lágrimas almacenan olvido,
como si fuese el componente indispensable de una molécula.
Te esfumaste de mis sueños como el viento arrastra hojas secas,
la silueta de tu cuerpo desnudo desaparece de mi mente
como la espuma al rozar la orilla.

No volvimos a formar un solo cuerpo,
no terminamos de pintar nuestro universo.
Ya no quedan constelaciones,
ya no se el sabor de tu saliva.

¿Y ahora qué?
Me pregunto a mí misma.
¿Podré salir de este callejón sin tu risa?
Pasado, presente y futuro.
Mi corazón se hace un nudo.

¿Volverás? No lo creo.
¿Te olvidaré? Eso espero.
Tiempo al viento.
Amargo aliento.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Desesperación cardiaca.

Dalí.

O quizás... nunca.

Volviendo a caminar descalza,
las baldosas atraviesan mis pies fríos.

Vuelven los abrazos de la lluvia,
besos vacíos que se esfuman en un aire congelado.

El humo de su cigarro grabado en mi nariz,
recordando su piel a cada paso que doy.

Mi cama acoge soledad,
las lágrimas queman el sol.

Los recuerdos contaminan mi vida,
ahora solo me desnuda el invierno.

La aurora se esconde, como siempre...
entre montañas.